Y Sevilla fue nuestra. Maratón 2015

3 meses de preparación, luchando contra temporales de frío ruso, lluvia, aires gélidos, nieve, placas de hielo…todo se había confabulado para hacer que la preparación para el Maratón de Sevilla fuera un auténtico infierno.

 

Muy pocos fueron los días donde pude salir a correr con una simple camiseta térmica, el resto iba hasta las cejas, con braga, gorro, guantes…y cleenex, porque cogí un catarro que estuvo conmigo 2 semanas! Por suerte, esta vez, sólo caí enfermo una vez, un día con 39 de fiebre y listo…se me aparecieron todos los fantasmas del año pasado, donde preparando Madrid caí enfermo en 3 ocasiones, claro que…así me fue luego.

 

Pero esta vez ha sido diferente. El proyecto era hacer el maratón con mi padre, así que me olvidé por completo de 10 kms y ritmos altos. Iba los miércoles con ganas de dejar a un lado mi marquitis y centrarme en lo realmente importante, disfrutar corriendo. Tuve la inmensa suerte de topar con un grupo espectacular de gente. Javi, Dani, Silvia, Noelia…todos son unos fieras, e hicieron que el camino hasta el pasado domingo fuera una auténtica delicia.

 

Los miércoles se convirtieron en días geniales, días donde tampoco volvía a casa machacado, si no con la sensación de haberlo hecho bien. Me dejaron coger las riendas y ser yo quien marcara los ritmos en los entrenamientos, así que…estaba híper feliz, me encontraba muy cómodo. Íbamos sumando kilómetros y cada vez quedaban menos semanas para la cita.

 

Las cosas iban realmente bien, las tiradas largas salían bien de ritmo y sensaciones, los días de series salían bordados, los descansos estaban muy bien estudiados…no tengo queja alguna de mis 3 meses de preparación. Además tuve la suerte de conocer a un gran amigo, Lorenzo. Fue un día donde hacía un frío espectacular, eran las 9 y pico de la noche y noto que se empieza a pegar un chaval. Le echo dos miradas y veo que es un tío como de mi edad que va sólo. Le invito a hacer los últimos kms conmigo y resulta que también estaba preparando Sevilla…

 

Resultó ser un tío súper agradable, muy buena persona y con quien fue muy fácil hacer buenas migas. Muy pronto nos juntamos con mi padre, el grupito de 3 funcionaba muy bien, incluso un día se vino con nosotros a Sanse y el tío disfrutó como un enano. Le hemos juntado también con Rodro, e igual. Somos gente sencilla y hace falta poco para llevarnos bien, y así fue. Se puede decir que Sevilla me ha regalado un amigo más, y estoy agradecido por ello.

 

Mi padre iba sumando kms y las sensaciones eran cada vez mejores. Todo el mundo le veía muy fuerte, yo uno de ellos. Hizo la media maratón de Getafe en 1 hora y 37 minutos. Eso no era normal...tenía una calidad en las piernas y estaba en un punto de forma que no había quien le tosiera.

 

Y con esas nos plantamos en Sevilla. Mis padres, mi mujer, mi hijo y servidor. La ciudad estaba volcada con la prueba y el ambiente era inmejorable. La organización un 10, una matrícula de honor en toda regla.

 

Después de recoger el dorsal, nos fuimos a comer y por la tarde nos dimos una vuelta por la ciudad. Los nervios afloraban y yo tenía ya muchas ganas de correr. En el hotel coincidimos con Elena y Edu, qué pareja más agradable. Son dos amores y dos personas de bandera con la que siempre es una alegría encontrarse.

El domingo a las 6 sonó el despertador. Bajamos a desayunar y empezamos a vestirnos tranquilamente. El bus lanzadera salía a las 8 del hotel así que íbamos con tiempo de sobra. Tuvimos la suerte de sentarnos en el bus!! Una cosa tremenda, llegamos a ir de pie y llegamos ya reventados!

 

Cuando el bus nos dejó enfilamos los cajones de salida. Estaba todo perfectamente señalizado. Ya dentro del nuestro pudimos darnos un abrazo con Rulo, de estas cosas que te salen del corazón y que notas que al otro también le sale del mismo sitio, fue un abrazo muy sentido, de 3 compañeros de equipo y de 3 personas que durante meses se han dejado la piel en el asfalto preparando un maratón.

 

Muy pronto se nos unió Lorenzo, así que podríamos salir los 3 juntos sin necesidad de estar con esperas.

 

Dieron el pistoletazo y el plan era claro, salir a disfrutar. No llevar ningún objetivo en la cabeza, ir por sensaciones, hablando mucho y ayudándonos. Establecimos un ritmo medio de 5.20, muy cómodos. Disfrutando. Como íbamos con mi padre era inevitable decirle, alguna que otra vez, que relajara el ritmo…que se embale es totalmente normal, si fuera al mismo ritmo nos tendría extrañados a todos jejejeje

 

Pasamos el medio maratón con la sensación de ir perfectamente bien. Estábamos hidratándonos bien, el gel ya había caído, la zancada iba perfecta…todo de maravilla.

 

En el 30 empezaba la fiesta, y estaba claro que el muro iba a llegar. Lorenzo iba de cine, pero a mí se me empezó a cargar mucho el muslo derecho. Algo parecido le pasaba a mi padre, pero a él se le concentró en la fascia lata. En el 32 yo hice una pequeña parada para estirar y refrescarme y cargué pilas, mi muslo se relajó y empecé de nuevo a ir fluido. Pero mi padre no mejoraba. Iba cada vez más cargado, bajando el ritmo y torciendo el gesto. En esto que vimos a Ramiro, que fue una inyección de moral, no acompañó 1 km pero nos vino bien. Del 33 al 37 íbamos piano piano, pero íbamos. En el 37,5 llegó el mejor gel de todos, estaba mi mujer con el peque en un lateral. No se limitó a saludar, mi mujer tenía a Iker en brazos y se marcó un sprint de 300 metros con nosotros. Mi hijo tenía cara de estar flipando, pero como siempre está con una sonrisa…eso nos hizo venirnos arriba.

 

Había sido un alegrón pero el cuerpo estaba decidido a seguir incordiando. En el 38 y poco mi padre siente una punzada en la fascia y empieza a cojear. Paramos unos segundos donde veo en su cara que le duele de verdad. Arrancamos de nuevo y al poco me dice que le duele menos, no sé si creerle o pensar que me engaña pero el caso es que la zancada parece haber mejorado. En el 39 la situación se complica y decido pararle. Cogemos 2 buenos vasos de agua, los bebemos enteritos, un plátano, un par de estiramientos y vuelta. Parece que ha surgido efecto. Pero al poco veo que la cosa no mejora y le convenzo de ir andando un poco. La distancia que andamos fue mínima, pero no hubo ni un sólo metro donde Sevilla no le animara. Fue impresionante. Todo esto le hizo coger fuerzas y volvió a correr, ya para no detenerse hasta meta.

 

Pasamos el 40 y el 41 a 5.50 pero aguantando. Iba mirando al suelo, no me hablada. Le preguntaba algo y me lo decía con un movimiento de cabeza. Como bajamos el ritmo, la carga de mi muslo derecho se fue haciendo insufrible. Me dió miedo que todo eso derivara en el tensor de la fascia lata, eso hubiera significado tener un problema serio a falta de 2 kms para meta. Pero aguantó bien.

 

Pasamos por el 42 y la Cartuja ya se veía. Ahí es cuando el cuerpo se olvida de todo y de repente, no te duele nada. La entrada al estadio fue muy emocionante, lloré todo lo que no lloré cuando entré por meta en Madrid. Habíamos ido de cine hasta el 32, y del 32 al 42 había sido un camino largo, con muchas piedras, con muchos problemas y situaciones desagradables pero…es un maratón, si fuera un camino de rosas lo haría todo el mundo. Accedemos a la pista y vemos la meta, de repente veo que mi padre suelta piernas y se va. Tengo que apretar para cogerle. Vamos a hacer por debajo de 4 horas, lo que significa un triunfo enorme. A escasos metros de cruzar meta juntamos las manos y alzamos los brazos al cielo, CONSEGUIDO.

 

Vemos a Lorenzo, que ha entrado 7 minutos antes y que no se ha movido de la meta hasta vernos. Nos damos un abrazo donde las lágrimas estaban a punto de escaparse… Lorenzo hizo un señor maratón, lo clavó, me quito el sombrero porque para ser el primero merece un premio al trabajo bien hecho y a la carrera bien planteada. Recogemos la medalla y de repente todo ha merecido la pena. 3 meses de preparación, de sacrificio, de sacar tiempo de debajo de las piedras, de aguantar frio, agua, nieve…de compaginar un entrenamiento duro con nuestros papeles de padres, esposos, amigos…de no dejar de lado nuestra labor profesional…

 

Hicimos 32 kms como verdaderos campeones, pero los que forjaron la leyenda fueron los 10 últimos. Mi padre se estrenaba en maratón haciendo lo que hacen los campeones, sobreponerse de los momentos malos, apretar los dientes y conseguir lo que han estado peleando. Esos 10 últimos kms los recordaremos siempre, fue cuando miramos a los ojos al maratón y le dijimos “te has equivocado de tío al que tocarle los cojones”.

 

El paso por meta, por debajo de 4 horas, es el premio a un trabajo bien hecho. Es la prueba fehaciente de que esto no entiende de edades, entiende de ilusión. Y que un maratón no es sólo disfrutar, es saber afrontar que vendrán kms donde quieras coger un taxi e irte a casa, pero ahí los campeones lo tienen claro, ahí no abandona nadie, ahí se aprietan los dientes y se avanza.

 

No tengo palabras para describir lo que sentí corriendo un maratón con mi padre. Ir charlando, ayudarnos en los momentos malos, y pasar por meta juntos. Es un momento que recordaremos siempre, que saldrá en infinidad de charlas familiares, que mi hijo verá en fotos cuando sea mayor y fardará de abuelo, porque el resto de los abuelos no hacen maratones ni quieren complicarse la vida para seguir afrontando retos. En Sevilla vivimos un momento eterno, mágico. En Sevilla dejamos nuestra senda, y ahí quedará para siempre que en 2015 un padre y su hijo corrieron 42 kms disfrutando de correr y sintiéndose orgullosos de que su mejor marca en maratón será siempre haberla terminado cogidos de la mano.

 

No puedo estar más orgulloso de mi familia, somos unos luchadores, no entendemos de obstáculos, ni de rendiciones, somos de los que pegamos puñetazos en la mesa y solucionamos las cosas, cueste lo que cueste. Por eso tenía claro que en el km 39 no había más narices que seguir. Mi padre hizo lo que hace siempre, lo que él y mi madre nos han transmitido y lo que ahora hacemos mi hermano y yo, LUCHAR. Porque no importa lo mucho que llueva, al final…siempre sale el sol. Y en Sevilla, brilló más que nunca.

 

A mi mujer Elena y a mi hijo Iker por entender tan bien mis ausencias para sacar adelante los entrenamientos. A mi hermano Alvaro y a mis amigos más cercanos, porque sin esa gasolina yo no correría tanto. A mi jefa y amiga Ariana, que con su confianza y fe en mi ha hecho que, si antes veía pocos obstáculos, ahora no vea ninguno. Vosotros ibais conmigo en cada km, y a vosotros os corresponde un trozo de medalla.

Cuando llega el resfriado....

9 días a la basura, así de claro. Un día amanecí con 39 de fiebre y desde entonces estoy hecho un guiñapo. No pude correr la Media de Getafe y he estado casi 10 días sin entrenar. El pasado sábado tocaban cambios de ritmo y me vi obligado a abandonar a la mitad del entrenamiento, no podía respirar y empecé a toser de una manera tremenda.

 

Así pues, se me aparecen los mismos fantasmas que el año pasado. Dolores de garganta, catarros…con lo contento que estaba yo!! Me veía en Sevilla el doble de entrenado que en Madrid, con mejores sensaciones y con más kms en mis piernas. Y si nadie lo remedia voy a llegar habiéndome perdido las dos semanas clave.

 

No me encuentro al 100% ni estoy pletórico de ánimo, mi intención es retomar esto como pueda, Edu me recomendó rodajes suaves donde pudiera ir respirando sin problema y así mis piernas irían poco a poco respondiendo. Eso voy a hacer, y cuando vea que estoy ya recuperado, probaré series.

 

De momento no me queda otra que rezar todo lo que sepa y esperar que no coja nada más de aquí a 3 semanas. Tocaremos madera….