Y de postre...un 39!

Me apunté a la carrera norte/sur porque pensé que sería un buen colofón intentar ir a conseguir el sub40. Había sido una temporada genial, dos MMP, un maratón completado con cierto éxito…y ahora se abría la oportunidad de ponerle la guinda al pastel. Bien es cierto que aunque me notaba preparado empezaba a tener muchos problemas con los tibiales, se me cargaban horrores y gracias a los baños de agua fría creo que conseguí mantenerlos a raya. Mi mujer se debe pensar que estoy mal de la cabeza, porque llegaba de entrenar, llenaba la bañera y le echaba trozos de hielo (colapsé el congelador con tuppers llenos de agua). Gracias a ellos mis piernas llegaron a tono para la carrera, bueno…gracias a ellos y a los trabajos de los fisios, porque sin esas manitas no hubiera aguantado tanto tute.

Empecé a ver que los entrenamientos iban de categoría, las series salían bien, los rodajes los hacía entorno a 4.35 de media…raro raro. Muchas veces pensé “esta racha la aprovecharé hasta que me rompa” pero el caso es que no me rompí, me volví más fuerte.

A una semana de la carrera recibí una mala noticia, mi padre caía lesionado. No tenía importancia, una microrutura en el isquio, pero lo suficiente para no ponerse el dorsal. Ese día estuve aturdido, esa noticia no quería ni haberla imaginado, pero supongo que este deporte es así. Tal como le dije a él “los buenos momentos se viven fácil y los malos son los que nos hacen más fuertes”. Lo afrontó con optimismo, otra cosa que está consiguiendo el running, porque tanto mi padre como yo, eso del optimismo lo llevábamos torcido, y este deporte nos ha ayudado a centrarnos más en las ventanas abiertas que en las puertas cerradas.

El domingo a las 8 nos recogía mi padre en mi casa. Damián y Mario nos acompañaban, yo iba ya nervioso, propio en mi en las citas importantes. A Damián le vi hiper tranquilo, vi en sus ojos esa mirada de “lo voy a conseguir”, transmitía seguridad. Mi padre estaba casi más nervioso que yo!! Creo que también era consciente de que tenía una gran oportunidad de cerrar una temporada difícil de superar.

Calentamos por la zona y a las 8.50 estábamos ya bien colocados en la salida. Dan el pistoletazo y salimos, salida limpia, los codazos normales de siempre y en breve estamos a la velocidad que queríamos y sin muchos problemas de espacio alrededor. Oscar sale escopetado, y eso que ya había sido amenazado por Damián, pero se veía bien, fuerte y decidió ir a por todas.

Oscar Gacela, Damián y yo avanzamos en grupo. Se me meten por medio algunos corredores y me distancio un poco. Les tengo a tiro pero tengo dificultades para cogerles. Decido no centrarme en esa distancia que me separa de ellos y dedicarme a ir al ritmo que quería. Voy bien, las piernas responden. Debo decir que el día antes las notaba pesadas, llevaba unos días sin dormir muy allá y temí que me pasara factura, pero por suerte no tuve nada que lamentar. Oscar Gacela acudió a la cita con problemas y por desgracia tuvo que retirarse, me dio mucha pena verle echarse a un lado, el grupo que formamos es realmente bueno y hemos congeniado de maravilla, de verdad que sentí que tuviera que abandonar. Por suerte se está recuperando muy bien y en breve estará dando guerra de nuevo.

Tengo a Damián a tiro, pero no puedo apretar para cogerle. El tio va fuerte y a ritmo, la distancia que nos separa es la misma kilometro a kilometro. Llego a la altura de Rubén Dario y me alcanza mi amigo Alberto!! Qué sorpresa! Me dio un subidón. No pude charlar (por razones obvias) pero me alegré mucho de verle. Vi que se aproximaba la cuesta de Rubén Dario y aceleré. Cuando me di cuenta vi que tenía que dar la vuelta abajo en un metro cuadrado, era un giro de 180 grados que me iba a frenar mucho, me agarro a una señal de tráfico, aprieto los dientes y subo…tela, llevo la respiración con dificultad pero las patas van de fábula. Corono la cuesta y aprieto de nuevo. Otra vez bajada y vuelta en Cibeles en otro metro cuadrado. Me acuerdo de la madre que parió al que diseñó el circuito. Me freno un poco en el giro y subo rumbo a la Puerta de Alcalá. A mitad de la cuesta un hombre al que no conocía de nada me dijo “vas de puta madre crack, dale que lo tienes”, le di una palmada en la espalda y tiré. 

Con la Puerta de Alcalá en el bote quedaba el último kilometro. A Damián le sigo teniendo a tiro y veo a Óscar. Damián pasa a Óscar que tiene problemas. Intento apretar pero no puedo, mis piernas no van más. Las pulsaciones las tengo a la altura de Cuenca y estoy como loco por llegar. 500 metros. Veo a mi padre, me lanza unos cuantos gritos y me da ese aliento para afrontar los últimos metros. Giro y me quedan 100 metros, veo el crono, lo tengo. La respiración se dispara, paso por meta…39.52. CONSEGUIDO

No puedo más, veo a Damián que ha hecho un carrerón y nos fundimos en un abrazo. Oscar anda por allí, también ha hecho 39, qué alegría se respira, no se puede describir. Me hago a un lado y me tiro al suelo, necesito descansar y que las pulsaciones bajen un poco. Me recupero y vuelvo al grupo. No puedo estar más contento. Veo a mi padre que esboza una sonrisa enorme cuando le digo que lo he conseguido. Se acerca mi amigo Alberto (Chavales de la Tapia) y tiene el detallazo de darme un abrazo y preguntarme por la marca. Es un gran tío al que veo poquísimo, pero es una persona genial. Ya de camino al coche veo al otro Alberto, ha terminado genial para arrastrar problemas lumbares. Le tiro media botella de agua por encima, la otra media me la tiro yo porque estoy con un calor olímpico. Veo a Alfonso, que no oculta su alegría por la marca que acababa de hacer. “Te mereces una alegría así después de la rachita que has pasado” me dice. Qué gran tio, qué tipo más auténtico y qué pedazo de amigo, su ayuda y compañía con el maratón de Madrid nos unió mucho y hoy tenemos un feeling especial.

No me lo creo, voy al lado de Damián andando y hablamos de lo que hemos hecho este año. Ha sido de cine. El verano pasado hablábamos de bajar de 42 como quien habla de una hazaña bélica. Y mira…sub40. Encima lo conseguimos el mismo día, no creo en casualidades, y sin duda no hubiera podido salir mejor. Durante este año hemos compartido mucho, kilómetros, series, charlas…hemos construido una buena amistad y nos animamos en todos los retos que perseguimos. Conseguir esto el mismo día…ha sido una pasada.

Cuando llegué a casa me zampé unas napolitanas de chocolate, abracé a mi hijo y besé a mi mujer. Seguía sin creérmelo. Me metí en la ducha y fue ahí cuando me rompí, me cayeron unas cuantas lágrimas de felicidad, de emoción, de estar saboreando algo que ha costado muchísimo y que realmente me merecía. Tanto sacrificio, tanto tiempo de series, de llevar al cuerpo al límite, de cuidar mis comidas y mis descansos…todo había tenido su recompensa. Qué instantes más bonitos.

Y ahora, unos días de reposo, que el cuerpo necesita unos días de vacaciones. Pero luego, zapas y a correr. En plan rodaje suave, pero es que no puedo estar sin correr!!! Y en setiembre…a seguir persiguiendo objetivos, me siento vivo, me siento bien y me siento feliz…hay que seguir en este camino porque es realmente apasionante. No dejéis que nadie os diga que no podéis hacer algo, que estáis locos solo por pensar que podéis salir exitosos de una batalla tan dura. No os dejéis aplastar ni que nadie os baje el ego. Sólo nosotros sabemos dónde está nuestra cima y de lo que somos capaces. Y además del placer de conseguirlo está el placer de cerrar bocas, que mola también mucho.

“Los sueños se consiguen cuando se cree en ellos y se trabaja”, gran frase de Chema Martínez que se ha convertido en el slogan de mi dia a dia.


Gracias a todas las personas que me han ayudado a completar una temporada de ole. Se os quiere.