San Martín y la felicidad eterna

Antes de empezar, quiero dejar patente que este escrito no va con tono lúgubre y apagado, es decir, no estoy afectado ni pido misericordia, ni siquiera un abrazo. Y no lo pido porque me da exactamente lo mismo. Me decido a escribir esto para evitar tener que soltar 50 euros y contárselo a un psicólogo que se va a reír en mi cara. Y como la respuesta ya me la se, pues prefiero escribir y esos 50 euros gastármelos en cerveza y torreznos. Y lo segundo que debo decir es que esto lo escribo YO y lo que vais a leer es MI opinión y la de nadie más.

Desde que hace unos meses le diagnosticaron a mi madre un cáncer de mama, he podido ser testigo de la grandeza del ser humano y también de la bajeza del mismo. La grandeza ha venido encarnada por gente que sabía que iba a estar a la altura, pocos, pero han sabido estar (gracias Rodro, Cris, Toño, Damián, Ariana, Alberto, Carlota, Manu....). La grandeza ha sido encontrar a un grupo de vecinos en mi urbanización que no paran de preguntarme por mi madre cada vez que nos cruzamos. La bajeza viene representada por un buen número de gente, algunos parásitos (no sólo míos si no de la sociedad en general), otros vagos que se han ido arrimando para hacer ellos aún menos, y por último existe ese grupo de gente que te ve por la calle y te brea a abrazos y a cariños pero que luego eso no se traduce en nada, se queda en el postureo más nimio y desagradable. Dentro de este último grupo también puedo encontrar gente que se ha arrimado a mi por el interés, cuando todo iba bien, cuando recogía lo que la vida me había negado hasta hace 3 años, cuando me relacionaba con gente de renombre, cuando me hacía un 39’ en 10 kms…pero cuando ya empiezan a salir problemas o preocupaciones esa gente desaparece y ya no se acuerda de todas las que te deben. Pero esto pasa siempre, y la pena del ser humano es que no nos cansamos de tropezar en la misma piedra, hasta ahora.

A principios de año hice un cambio de mentalidad que sólo me ha traído alegrías, me deshice de vagos y parásitos, de gente tóxica y de gente que no me aportaba absolutamente nada. Empecé a hacer de mi capa un sayo. Con el tema de mi madre esto se reforzó, y se radicalizó. Por ello lo de empezar este post con el párrafo donde digo que no escribo esto con lágrimas en los ojos, ni mucho menos. Me da igual, exactamente igual. Pero he querido escribirlo para que más de uno se sienta identificado y se le caiga la cara de vergüenza.

Yo no tengo amigos por tenerlos, ahora mismo el que está a mi lado está porque yo quiero que esté, nada más. Desde hace meses, y no digo semanas, digo meses, he tenido que observar cómo compañeros míos (no todos pero si una amplia mayoría) del equipo de atletismo Clínica Menorca se han olvidado al 100% de mi. He sido testigo directo de cómo pseudoamigos míos han cogido carretera y manta y me han abandonado, demostrando así por qué llevan el pseudo antes del amigo. También he asistido a la callada por respuesta de aquellos de los que me lo esperaba. He tenido muchas respuestas, y pocas han sido satisfactorias. Han llegado a decirme “no te llamo por no molestar”, váyase ud a la mierda porque antes llamabas y no te planteabas si molestabas o no.

Pero la grandeza del ser humano es que, con los años, uno se siente amo y señor de su vida, y con la total libertad de darle pasaporte vitalicio a quien considere oportuno. El inicio de ese cambio de mentalidad a principios de año ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida, de no haberlo hecho seguramente ahora sí que estaría hundido, pero no, lo contrario, me encuentro más fuerte que nunca y por primera vez en mucho tiempo me da exactamente lo mismo lo que la gente crea, piense, comente o haga o deje de hacer. Me la suda, más claro el agua.

La vida se debe vivir plenamente, no existe sentido alguno en mantener chupópteros para que luego a la primera de cambio todo eso no sirva para nada. No es inteligente. Este año no he tenido vacaciones, he estado pegado a mis padres ayudándoles en todo, yendo a sesiones de radio, a médicos…y estoy tremendamente feliz por ello, no lo hubiera cambiado por nada en el mundo. Y se que cuando mis padres falten estaré seguro de haber hecho todo lo que ha estado en mi mano para que fueran felices, también he tenido errores pero creo que he sabido compensarlos con los años.

¿Cuánta gente puede decir esto? Pocos, porque vivimos en una sociedad de mierda donde el interés individual prima sobre el global, donde sólo nos miramos el puto ombligo y donde tenemos equivocado el sentido de la palabra “éxito”. El éxito no es vivir en La Finca, conducir un Audi, tener 1.000 amigos y llevar un ritmo de vida elitista (aún sin poder mantenerlo), el éxito es haber estado donde tenías que estar en el preciso momento donde hacías falta. Punto. Todo lo demás significa una única cosa: Eres gilipollas.


Y ahora con las mismas me voy a tomar mi zumito, voy a mandarle un mensaje a mi madre a ver cómo está y voy a seguir trabajando. Y ahora que la gente siga opinando, pensando y comentando, pero con la total certeza de que la vida gira y que todo llega, y que contrariamente a lo que predomina en nuestras vidas “no es más feliz el que más tiene, si no el que menos necesita”. San Martín se acerca…

Ramiro Matamoros o la filosofía de "disfrutar corriendo"

Ya hace unos años que tuve el privilegio de vestirme de amarillo, representando al Club Clínica Menorca y compartiendo pasión con otras personas, a cada cual más genial y auténtica. Pero como todo ser humano soy imperfecto, y he de admitir que el primer año hice el tonto de una manera tremenda. Y no pasa nada, admitir los errores es un tema clave en la búsqueda de la felicidad o del camino correcto que nos lleva a algún sitio. 

Ese primer año iba a entrenar con el cuchillo entre los dientes, estaba más motivado que Rambo con sobredosis de Red Bull, cosa normal porque para mi entrar en el club fue un alegrón mayúsculo. Además en breve espacio de tiempo hice muy buena amistad con Oscar, Driss, los hermanos Martínez, Edu, Jolo, Perdi, Pytu, Tenorio...quizás la más especial fue la que se fraguó entre Damián y yo, una amistad que me dio muchas alegrías, y sigue dándomelas aunque ahora en las carreras él vaya muy delante y yo muy detrás. Recuerdo con cariño y con cierta nostalgia, esas tardes donde nuestro grupo de entrenamiento era la leche, estábamos muy unidos y perseguíamos un fin común, el sub40, que cosas del destino Damián y yo conseguimos en la misma carrera. 

A este grupo de excelentes personas se han ido añadiendo otras como Mar, Elena, Sergio, Trili, Salinero, Juanito, Rober, Anita, Micra...etc...imposible nombrarlos a todos. 

Pero si a día de hoy le debo a alguien correr con una sonrisa ese es a Ramiro, el mister. 



Mis inicios en el club fueron como si un elefante entra en una cacharrería, quería el sub40 y estaba dispuesto a matar a alguien si hiciera falta. Iba a los entrenamiento y si no salían las cosas volvía con un cabreo digno de mencionar. Iba a las carreras y si caía un 41 no había quien me aguantara. El tema cambia cuando eres padre, porque lo que quieres es que tu hijo te vea feliz corriendo, porque con una medalla no me va a ver jamás. Y sobre todo cuando es mi propio padre el que sigue mis pasos (que ya ha superado con creces) también te toca el chip, te das cuenta que no puedes inculcar ese tipo de ambición porque a la larga conduce al abismo.

Esto que ahora escribo al principio ni lo veía ni lo quería ver. Fue el año pasado, cuando me detectaron un bulto en el cuello, cuando empecé a darme cuenta de que mi vida no podía ir así. Quería recuperar la alegría que me llevó a ponerme unas zapatillas y salir a correr. Está bien perseguir objetivos, pero sin olvidar que el camino que lleve a ellos tiene que ser placentero (en el terreno deportivo claro, en el profesional el camino es otra historia...pero también es otro tema). 

Tuve que parar casi dos meses, porque me encontraba muy cansado. Me hicieron pruebas y los resultados fueron buenos, nada malo rondaba mi cuerpo. Así que volví a ponerme las zapas y volví a salir a correr.

Con Ramiro no tuve buen feeling en un principio, sería mentir si digo otra cosa. Y todo fue error mío, me encerré en mi pensamiento de conseguir el sub40 a toda costa y no escuchaba nada más. Me arrepiento mucho, pero como soy humano sólo aprendo con los errores. 

El primer miércoles que bajé a pista una vez superado el susto del bulto fue uno de los mejores miércoles de mi vida. Además de todas las muestras de cariño de mis compañeros, tuve un momento especial con el mister. Se acercó y me preguntó cómo estaba, qué había pasado, etc. Y ese momento me lo dedicó a mi, porque normalmente hablas con él y está a mil cosas, pero ese ratito de 5 minutos nos aislamos. Y entonces me puso la mano en el hombro y me dijo "tú lo que tienes que hacer es disfrutar y venir a pasártelo bien". Lo que nadie sabe es que después de esta frase me fui al vestuario, me cerré en el baño, me senté en el wc y me puse a llorar. Sabía que había que hacer un cambio de mentalidad (el running era uno de los aspectos, el emocional, el de la amistad y el profesional también había que tocarlos pero todo llevaba su orden) pero fue esa frase y su autor el que hizo "click" y abrió ese cambio que necesitaba. 

Punto y aparte. Sigo siendo competitivo pero ya no soy terminator, sigo queriendo mejorar marcas pero ya no es una obsesión ni es motivo de nada. Voy a los entrenos a disfrutar, y en los calentamientos disfruto charlando y comentando de todo con todos. Durante las series me pongo música, es un error, lo se, pero me gusta y voy más contento, con lo cual...disfruto. Y en las carreras, soy feliz. Me marco un ritmo y hasta donde llegue, y el tiempo es lo de menos. Disfruto viendo a mi padre, a mis amigos, ayudando a un veterano a quedar el octavo de España...soy feliz porque he recuperado la esencia de esto.Mi MMP es terminar una carrera y pensar en la siguiente, con alegría, sin malos humos ni sufrimiento. 

Ahora ya todos los miércoles bajo a pista, busco a Ramiro y lo primero que hago es saludarle. El otro día le pedí una camiseta de manga larga, me dió una que había debido atropellar un trailer, morder el perro, pasar la legión por encima...estaba hecha trizas..."esta te la regalo, ya te traeré otra nueva y me la pagas". Pues parecerá una tontería pero no me quito la camiseta, es un regalo y me hizo tanta ilusión que aunque esté rota y roída me encanta ponérmela y salir a correr con ella. 

Mister, gracias por recuperar al Jose disfrutón del running, gracias por esa sonrisa y esos consejos que muchas veces no sabemos entender, pero que encierran mucha vida y mucha experiencia. Y perdóname por ser tan tonto de no disfrutarte desde el minuto 1 de nuestra relación. 

Ahora, cada vez que me abrocho las zapatillas me viene tu frase, "tú lo que tienes que hacer es pasártelo bien" y eso hago mister, siempre a tus órdenes ;-) 


Alcañiz, ¡al final caiste! Crónica del Cto. de España

Antes de entrar a describir cómo fue nuestra aventura en Alcañiz, me gustaría imaginar cómo fue la carta que recibió la RFEA con la propuesta de la ciudad turolense para desarrollar allí algo tan serio como un Campeonato de España. Debió de ser algo así:

"Muy Señor mío, quiero hacerle llegar nuestra candidatura para albergar el próximo Campeonato de España absoluto y veteranos, que con sumo orgullo será en Alcañiz, una localidad pequeñita cuya vida se resume en una calle, porque las demás calles que componen la ciudad no tienen un puñetero comercio abierto. Hemos pensado que haremos un 10 kms "Ciudad de Alcañiz" que salga junto con los participantes al Cto. de España, para darle más vida. Como la ciudad es pequeña nos hemos dejado los sesos en trazar un circuito que seguro le va a fascinar. Verá ud, salen todos juntos ocupando la calle entera, a los 50 metros les vamos a meter a todos en un sólo carril, a los 100 metros les vamos a hacer que giren 180º y vuelvan por donde han venido, de esta manera van a encontrarse los que vuelvan con los que todavía estén saliendo. Pero no pasa nada, colocaremos a 20 chavales con una cinta en medio, solucionado. A los 400 metros les vamos a meter otro giro de 180º y que bajen de nuevo por donde subieron antes, así se encontrarán con los que todavía no han salido. Y cuando lleguen abajo otra vez, esta idea nos ha parecido brillante, les vamos a dar otra vez otro giro de 180º y que vuelvan a subir, a lo loco. Y ya cuando estén arriba les sacamos de la ciudad, les hacemos correr por una carretera comarcal, desértica, sin nada a los lados y que allí corran a sus anchas. En el kms 6 ponemos un cono, que giren y que se vuelvan a la ciudad. Además se nos ha ocurrido que podemos venderles que la ciudad es llana y que sólo tiene un repechito de 200 metros en el km 8, cosa que es mentira, pero esto entre ud y yo, el repecho dura casi 1 km. Y ésta es nuestra propuesta, esperamos que le guste tanto como a nosotros y seamos la sede de su campeonato".

Y lo grave es que, alguien en RFEA, terminó de leer esta carta y dijo "me parece la polla esta idea, haremos el Campeonato en Alcañiz".

Ahora empieza la crónica ;-) 

Mi padre es mi héroe, así puedo resumir esta aventura. La semana pasada estuvo con gastroenteritis y se temió lo peor, hubo un día donde me dijo que "tal vez deberíamos anular el viaje", frase que le recordé ayer y le dije "los objetivos se persiguen hasta el final, la actitud lo es todo". 

Llegamos a Alcañiz el viernes a la hora de comer, y fuimos a por el dorsal. Habían montado una mini feria del corredor, muy cuca. Fuimos a comer al Parador, donde nos alojamos, que tienen un equipo fantástico que se ha portado genial con nosotros. Después de una siesta (yo había llegado ese día a las 2 am por cuestiones de trabajo) nos fuimos a dar una vuelta. Nos topamos con un crack, Sergio Salinero, nos tomamos unas cañas juntos y estuvimos charlando como 3 amigos. Conforme se fue aproximando la hora de cenar, y viendo que iba a ser imposible encontrar un bar abierto que diera algo de hidratos, decidimos quedarnos en el sitio donde estábamos, ya que el camarero era runner y nos podía preparar la pasta que quisiéramos. Al plan se sumaron Sergio y su madre, una mujer encantadora. 

De ahí al sobre, casi 8 horas de sueño que nos vinieron de cine. Desayunazo y a la zona de salida. Mi padre y Sergio tenían zona especial reservada para los que competían en el Campeonato, así que pude calentar un poco con ellos pero luego me quedé solito...

Como nadie pedía acreditar marca me metí en el cajón de 35, mal hecho, lo reconozco, pero empiezo a estar harto de que todo el mundo, independientemente de su marca, se ponga delante a hacerse la foto, así que yo, que no soy menos que nadie, ahí me puse, cajón de 35, debo salir en todas las fotos. Los participantes del campeonato salen a su cajón, abren cintas y nos juntamos todos (cosa que no entiendo, porque ellos debieron salir unos minutos antes). Dan el pistoletazo y ahí arranca el infierno. Teniendo en cuenta el inicio que he descrito al comienzo de este post...os podéis imaginar. Quise proteger a mi padre de caídas y zancadillas y cobré hasta en el dni. Patadas, codazos, me agarraron de la camiseta, empujones...increíble. No había forma de avanzar sin tocar a nadie.

El primer giro costó dios y ayuda y recibí un empujón que casi me manda a la pared, menos mal que lo vi venir y cargué todo mi peso en ese lado, de tal manera que el que salió despedido fue el intentó que me comiera la pared. Con el primer giro hecho, faltaban dos más. He de decir que el segundo fue más limpio y el tercero sólo me llevé dos codazos y una patada, pero nada más. Así que hecho el tercer giro ya sólo quedaba zumbar todo lo que pudiéramos y coger la carretera cuanto antes. Rápido encontramos nuestro ritmo así que las sensaciones fueron buenísimas. El calor empezó a apretar y correr por una carretera comarcal no mola nada. Cuando divisé el km 6 tuve que descolgarme, no podía seguir con el ritmo y si seguía así podía ralentizar a mi padre, así que me dejé caer y él siguió. Yo me paré en seco, estaba casi con respiración agónica y una sensación de calor que me iba a morir. Me quité la camiseta y me eche una botella de agua por encima. Cuando me encontré mejor retomé la carrera y pude terminar en 4:40, que no está mal. 

Acabé la carrera acordándome de más de uno, y no para bien. Mi padre terminó con 43 pelados, tiempazo para el tipo de carrera que fue. Ese tiempo, en Madrid, es casi un 41. Había hecho una gran carrera, controlando bien los ritmos, sin embalarse y terminando bien. Estoy orgulloso!

Las clasificaciones totales salieron rápido, pero las ordenadas por categorías no salieron hasta las 14 hrs...cosa que tampoco entiendo porque en pleno siglo XXI esto no tiene razón de ser.... Por cierto, la chica de la RFEA que iba a colgar las clasificaciones llevaba todos los papeles debajo del brazo y estaba teniendo problemas para organizarse, le pregunté si le podía ayudar y, después de mirarme de arriba a abajo, me dijo "no, sólo necesito encontrar papel celo". Y se fue, no escuché el "gracias" en ningún momento...

Nos fuimos al hotel, duchita y para Madrid. Sergio había acabado sexto, carrerón impresionante, estaba muy contento, aunque Sergio siempre tiene una sonrisa en la cara, es una persona de la que debemos aprender a diario, un ejemplo y una manera de entender este deporte con la que todos deberíamos comulgar. 



Ya de camino, a eso de las 14 hrs, me da por meterme en internet y...acababan de colgar las clasificaciones, miro la de mayores de 60 y ¡¡¡boom!!! Octavo!!! Menuda brutalidad!!!

Mi padre, que apenas lleva 3 años corriendo, está en el top ten de un campeonato de España, el octavo nada más y nada menos. Qué emoción y qué alegría, un momento mágico que recordaremos siempre. 

Pero este octavo puesto no es fruto de una carrera estupenda, es el resultado de mucha preparación, de muchos chips que decían "no" y que él cambió por un "es posible". De tardes de rodajes, de series fuertes, de ilusiones y de motivación. Es el fruto a un esfuerzo, a un afán de superación, a un inconformismo base. Es un reinventarse, para ser mejor y para dejar huella en otra parcela más. Mi padre se fue de Alcañiz siendo el octavo mejor atleta mayor de 60 años, ¡¡de España!! Es que es muy fuerte, aún no me lo creo. 

El viaje fue inmejorable, tuve la enorme suerte de vivirlo con él, y estos instantes me aportan más que la mejor marca del mundo. Se trata de un momento que recordaré siempre, que le contaré a mis nietos en las comidas familiares. Mi hijo sabrá que su abuelo hizo historia en Alcañiz, y será un recuerdo que se irá conmigo a la tumba y que siempre recordaré con amor. Porque la vida es esto, momentos que valen un universo y que nos llenan de felicidad, haciendo que los momentos malos se disipen y seamos más fuertes. 

A partir de ahora cuando ruede con mi padre pensaré que estoy corriendo con un top ten del atletismo español, si antes los rodajes no eran tranquilos...ahora van a ser la guerra. 

Mi padre se merecía esta alegría, porque el mundo es de los que sueñan, de los que se complican la vida para que momentos así lleguen. Este octavo puesto es sólo la antesala de todo lo que está por llegar, y todo ello, si las patas me lo permiten, lo viviré todo lo cerca suya que pueda. Gracias pater, Jefe, por ser tan cojonudamente grande. Gracias a todo el equipo Clínica Menorca por haberle acogido tan genial y tratarle con tanto cariño, gracias Ramiro por habernos dado tanto y por cambiar el chip que no funcionaba en mi cabeza, tuyo es el mérito de que ahora sonría corriendo. Y a todos y cada uno de nuestros amigos, familiares y conocidos, porque todos, en mayor o menor medida, habéis colaborado en este éxito. 

"Todo sueño conlleva sacrificios, cuanto más grande sueñes, más grandes serán los sacrificios que deberás hacer. Pero la gloria está ahí, esperándote, y cuando la alcanzas todos los sacrificios han merecido la pena", Dabiz Muñoz