Ramiro Matamoros o la filosofía de "disfrutar corriendo"

Ya hace unos años que tuve el privilegio de vestirme de amarillo, representando al Club Clínica Menorca y compartiendo pasión con otras personas, a cada cual más genial y auténtica. Pero como todo ser humano soy imperfecto, y he de admitir que el primer año hice el tonto de una manera tremenda. Y no pasa nada, admitir los errores es un tema clave en la búsqueda de la felicidad o del camino correcto que nos lleva a algún sitio. 

Ese primer año iba a entrenar con el cuchillo entre los dientes, estaba más motivado que Rambo con sobredosis de Red Bull, cosa normal porque para mi entrar en el club fue un alegrón mayúsculo. Además en breve espacio de tiempo hice muy buena amistad con Oscar, Driss, los hermanos Martínez, Edu, Jolo, Perdi, Pytu, Tenorio...quizás la más especial fue la que se fraguó entre Damián y yo, una amistad que me dio muchas alegrías, y sigue dándomelas aunque ahora en las carreras él vaya muy delante y yo muy detrás. Recuerdo con cariño y con cierta nostalgia, esas tardes donde nuestro grupo de entrenamiento era la leche, estábamos muy unidos y perseguíamos un fin común, el sub40, que cosas del destino Damián y yo conseguimos en la misma carrera. 

A este grupo de excelentes personas se han ido añadiendo otras como Mar, Elena, Sergio, Trili, Salinero, Juanito, Rober, Anita, Micra...etc...imposible nombrarlos a todos. 

Pero si a día de hoy le debo a alguien correr con una sonrisa ese es a Ramiro, el mister. 



Mis inicios en el club fueron como si un elefante entra en una cacharrería, quería el sub40 y estaba dispuesto a matar a alguien si hiciera falta. Iba a los entrenamiento y si no salían las cosas volvía con un cabreo digno de mencionar. Iba a las carreras y si caía un 41 no había quien me aguantara. El tema cambia cuando eres padre, porque lo que quieres es que tu hijo te vea feliz corriendo, porque con una medalla no me va a ver jamás. Y sobre todo cuando es mi propio padre el que sigue mis pasos (que ya ha superado con creces) también te toca el chip, te das cuenta que no puedes inculcar ese tipo de ambición porque a la larga conduce al abismo.

Esto que ahora escribo al principio ni lo veía ni lo quería ver. Fue el año pasado, cuando me detectaron un bulto en el cuello, cuando empecé a darme cuenta de que mi vida no podía ir así. Quería recuperar la alegría que me llevó a ponerme unas zapatillas y salir a correr. Está bien perseguir objetivos, pero sin olvidar que el camino que lleve a ellos tiene que ser placentero (en el terreno deportivo claro, en el profesional el camino es otra historia...pero también es otro tema). 

Tuve que parar casi dos meses, porque me encontraba muy cansado. Me hicieron pruebas y los resultados fueron buenos, nada malo rondaba mi cuerpo. Así que volví a ponerme las zapas y volví a salir a correr.

Con Ramiro no tuve buen feeling en un principio, sería mentir si digo otra cosa. Y todo fue error mío, me encerré en mi pensamiento de conseguir el sub40 a toda costa y no escuchaba nada más. Me arrepiento mucho, pero como soy humano sólo aprendo con los errores. 

El primer miércoles que bajé a pista una vez superado el susto del bulto fue uno de los mejores miércoles de mi vida. Además de todas las muestras de cariño de mis compañeros, tuve un momento especial con el mister. Se acercó y me preguntó cómo estaba, qué había pasado, etc. Y ese momento me lo dedicó a mi, porque normalmente hablas con él y está a mil cosas, pero ese ratito de 5 minutos nos aislamos. Y entonces me puso la mano en el hombro y me dijo "tú lo que tienes que hacer es disfrutar y venir a pasártelo bien". Lo que nadie sabe es que después de esta frase me fui al vestuario, me cerré en el baño, me senté en el wc y me puse a llorar. Sabía que había que hacer un cambio de mentalidad (el running era uno de los aspectos, el emocional, el de la amistad y el profesional también había que tocarlos pero todo llevaba su orden) pero fue esa frase y su autor el que hizo "click" y abrió ese cambio que necesitaba. 

Punto y aparte. Sigo siendo competitivo pero ya no soy terminator, sigo queriendo mejorar marcas pero ya no es una obsesión ni es motivo de nada. Voy a los entrenos a disfrutar, y en los calentamientos disfruto charlando y comentando de todo con todos. Durante las series me pongo música, es un error, lo se, pero me gusta y voy más contento, con lo cual...disfruto. Y en las carreras, soy feliz. Me marco un ritmo y hasta donde llegue, y el tiempo es lo de menos. Disfruto viendo a mi padre, a mis amigos, ayudando a un veterano a quedar el octavo de España...soy feliz porque he recuperado la esencia de esto.Mi MMP es terminar una carrera y pensar en la siguiente, con alegría, sin malos humos ni sufrimiento. 

Ahora ya todos los miércoles bajo a pista, busco a Ramiro y lo primero que hago es saludarle. El otro día le pedí una camiseta de manga larga, me dió una que había debido atropellar un trailer, morder el perro, pasar la legión por encima...estaba hecha trizas..."esta te la regalo, ya te traeré otra nueva y me la pagas". Pues parecerá una tontería pero no me quito la camiseta, es un regalo y me hizo tanta ilusión que aunque esté rota y roída me encanta ponérmela y salir a correr con ella. 

Mister, gracias por recuperar al Jose disfrutón del running, gracias por esa sonrisa y esos consejos que muchas veces no sabemos entender, pero que encierran mucha vida y mucha experiencia. Y perdóname por ser tan tonto de no disfrutarte desde el minuto 1 de nuestra relación. 

Ahora, cada vez que me abrocho las zapatillas me viene tu frase, "tú lo que tienes que hacer es pasártelo bien" y eso hago mister, siempre a tus órdenes ;-) 


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