Maratón de Madrid. CRONICA


Como bien decía Damián en su blog, mi preparación había estado plagada de contratiempos. Anginas, fiebre, molestias varias en tibial posterior y fascia…un infierno. Me perdí varias citas que me interesaban y hasta el último segundo estuve rezando por no caer enfermo o tener alguna mala jugada más que me apartara definitivamente de mi objetivo, el maratón de Madrid.

Atrás quedaban entrenamientos largos, una cantidad de kilómetros tremenda, tiradas largas en compañía de mi padre, días de series agotadores, llegadas a mi casa después de entrenar con ganas de meterme en la cama directamente y sin cenar…sesiones de fisio, reuniones con mi nutricionista para ver cómo iba mi peso y la cantidad de calorías que ingería…redoxones, inmunoferoles, ibuprofenos, réflex, traumel….

Aunque en efecto la preparación estuvo plagada de contratiempos lo cierto es que no pude tomármela ni más en serio ni más profesional. Me dediqué a ello en cuerpo y alma y aquí está el relato de cómo salió todo. Espero que os guste.

 

ASÍ CONSEGUÍ MI SUEÑO, ASÍ TERMINÉ EL MARATÓN DE MADRID

No sé muy bien porqué pero el día que más nervios tuve fue el viernes. El sábado amanecí bien, tranquilo, con la mente puesta ya en la salida. Quedé con Sergio para soltar un poco y hacer algo de técnica de carrera, que he de decir que me vino de perlas, al día siguiente estaba super fresco. Y pasé el día lo más tranquilo que pude, por la tarde fui preparando todo lo que me tenía que llevar (geles, etc) pero quise centrarme en estar tumbado, hidratándome bien, haciendo una buena carga de hidratos y sobre todo sin pensar mucho en la cita del día siguiente.

Cuando llegó la hora de acostarme no tardé ni un minuto en quedarme frito, me estaba quedando atónito, con lo nervioso que soy yo contaba con dormir poco esa noche y mira…

El despertador sonó el domingo a las 6. Había quedado con Sergio para ir en coche y a las 7 tenía que estar en su casa. El desayuno fue bien, me notaba bien, descansado y con ganas. A las 7 estaba con Sergio y a las 8 ya estábamos por la zona de retiro. Habíamos quedado por allí con la gente del equipo, y yo tenía que encontrar a Alfonso por allí, entre toda esa gente, porque otra cosa no, pero gente…a patadas!!

Alfonso se había portado de cine conmigo y ahora tenía que ponerle la guinda al pastel. Me había estado siguiendo de cerca los días de series y me preguntaba por mis tiradas y ritmos, su ayuda ha sido extraordinaria y nunca se lo podré agradecer suficiente. Nos encontramos en el ropero y nos dimos un abrazo, qué ganas tenía ya de que empezara lo bueno!!! Fuimos caminando hacia la salida y pude charlar con dos amigos suyos que vendrían con nosotros, lo de ir en grupo me gustaba mucho y de hecho fue un punto positivo a la hora de afrontar determinados kilómetros.

9:00, ahí estaba yo. Mis boost en los pies, mi pantalón corto regalo de Chema, mi camiseta amarilla como buen Menorca y el garmin a puntito de empezar a marcar kilómetros. Se me pasaban mil pensamientos por la cabeza, millones de imágenes…y de repente…salida!!!!

Mucha gente, vamos andando. Alfonso consigue coger un carril y le seguimos, pero al poco volvemos a estar trotando lento. El primer km sale muy lento, pero empezamos a poder ver nuestro sitio. Por delante tenemos una subidita super maja hasta casi el hospital de La Paz. Todo va bien, vamos los 4 en grupo y la gente no se cruza, no hay empujones. Pasamos por la zona de autobuses de Plaza de Castilla, esta desértica, lo cual me impacta muchísimo.

Damos la vuelta y enfilamos hacia Cuatro Caminos. Vamos genial, Alfonso marca el ritmo algo por debajo de 5 para recuperar los primeros kilómetros. La bajada de Raimundo Fdez Villaverde ayuda mucho, ponemos rumbo a República Argentina y de ahí a Serrano. Y antes de cruzar hacia Rubén Darío nos separamos de los corredores de media maratón. Ellos siguen recto y nosotros nos desviamos, cuando esto sucede se multiplican los gritos de ánimo, muchos de ellos nos llaman valientes, espartanos…la piel de gallina!!

Santa Engracia, Canal, Quevedo, San Bernardo…vamos bien. Llevamos 18 kms y todo en orden, la media sale en 4:57. Aquí tengo unos kilómetros complicados porque sin querer me desligo un poco del grupo, no se cómo pero la gente me cierra y no consigo abrirme paso. No me gusta nada dar acelerones en carrera pero aquí no me queda más remedio. Menos mal que no fue muy frecuente porque si no hubiera afectado a mi ritmo cardiaco y lo hubiera terminado pagando. Alfonso se gira y me dice “ahora viene lo bueno, disfruta que esto es único”, y me doy cuenta de que iba tan concentrado que no había caído en la cuenta de que estábamos enfilando la Puerta del Sol. Qué maravilla!! Todo lleno de gente animándonos,   pero no 3 o 4…había una cantidad de gente tremenda. Y todo aderezado con escenarios donde gente joven tocaba rock y he de decir que fenomenalmente bien. Pasamos por el Palacio real, km 20 más o menos. En el km 22 estábamos por el Paseo Moret, una serie de bajadas super pronunciadas que nos ayudaron a coger un poco de fuelle y a bajar el tiempo medio, aquí aproveché un poco la arenita del parque para restar impacto a mis piernas, creo que fue una buena decisión porque mis piernas iban cargándose, de hecho en el km 22 la pierna derecha no iba tan fresca, pero bueno…entraba en mis planes, mi pierna derecha siempre ha sido la “porculera”. En el km 24 estamos en la Avda. de Valladolid. Y ahí estaba mi primer soplo de aire fresco, ahí había quedado con mi padre para que me acompañara hasta meta. Esperaba en la clínica Deyre, lugar emblemático y lleno de simbolismo. Cuántas veces había ido yo ahí lesionado y ahora estaba pasando por la puerta y afrontando un señor maratón. Vi a mi padre y se nos unió rápido y sin trompicones. Se puso a charlar con Alfonso, hicieron buenas migas y lo cierto es que esa cháchara hubo muchos momentos donde me hizo no centrarme tanto en los dolores que llevaba.

Alfonso iba fresquísimo y mi padre, a 5 min/km…silbando. Yo ya llevaba 26 kms y me notaba algo cansado, no muy mal, pero algo cansadillo si.

Entramos en la casa de campo, justo en la puerta dan geles y mi padre coge 4 de golpe. Parece un surtidor!!. Nos lo tomamos y seguimos adelante. En el km 29 está Damián dando ánimos, que alegría!!!! Otro soplo de aire. Y 600 metros más adelante…zassss!!! Noto un pinchazo tremendo en el lateral de la rodilla derecha, duele como no podéis imaginaros. No se distinguir bien si es la fascia lata o es la rodilla en si, si es lo primero…no quiero ni pensarlo, me lo lesione seriamente hace un par de años y fue muy jorobado. Quiero pararme porque voy cojeando, Alfonso no me deja, me dice que siga que eso se me va a pasar. Voy con un dolor inmenso e intentando no pensar mucho en que tal vez, sólo tal vez, deba retirarme. Salimos de la casa de campo y por el Paseo Hermita del Santo voy alucinando del dolor. Veo ayudantes con réflex y les abordo. Me calma bastante pero la zancada está mal, la rodilla está ko y me duele mucho. No disfruto del paso por el estadio del atleti porque estoy a punto de llorar…voy seriamente tocado. Alfonso no me deja parar, mi padre me anima y a ratos intenta sacar temas para que no piense en ello.

Vaya calvario de muro!!! De repente en el km 36 noto que mejora, el dolor va remitiendo y desaparece. Esto no puede ser! Cómo puedo pasar del dolor más profundo a no sentir nada???? Poco a poco recupero la normalidad en mi zancada, por desgracia esos kilómetros tocado han hecho mella y mi zancada es muy débil, voy bastante cansado.

Giro en Atocha y veo a Juanlu, se nos junta y hace unos metros con nosotros, ese fue otro soplo de aire, me dio alas. Pero la subida por Recoletos se me hace eterna y voy con el gesto torcido. Alfonso y mi padre van super pendientes, me animan, me dicen que no queda nada ya…intento no dejarme llevar por pensamientos del tipo “me quedan todavía x kilómetros” o “voy reventado”. No me resulta fácil pero lo intento.

Doblamos por Goya y luego Velázquez…voy ya trotando, mi zancada ya no da más de sí. Alfonso me dice “esto es maratón”, estoy orgulloso de estar sufriendo, es duro, pero se que puedo con ello. Me he puesto en la salida de un maratón con dos pelotas, habiendo hecho frente a lesiones, reveses varios, enfermedades…he sabido perseverar y no renunciar a esto, las estoy pasando canutas pero no me lo hubiera perdido por nada del mundo, esto es único.

La gente anima con todas sus fuerzas, se agolpan a lo largo de la calle Velázquez y aunque no nos conocen de nada nos gritan, nos empujan, nos dan palmadas en la espalda, “vamos que no queda nada ya campeones!!”…increíble…por mucho que quiera narrar qué se siente en ese momento…no puedo, por muy bien que quisiera contarlo no me aproximaría ni a un 10%.

Lo único que quedaba era atravesar Velázquez y Príncipe de Vergara…que picaba para arriba, y después de 39 kms…os podéis imaginar. Eso se me hacía interminable, por muchas zancadas que diera era como si no lograse avanzar, como si me quedara lo mismo ahora que hace 20 minutos. Me afané en pensar en los mios, en la gente que iba a estar esperándome en meta, no quería pensar en lo que quedaba porque estaban siendo unos últimos kilómetros duros.

Al poco Alfonso llamó mi atención y me señaló un punto que estaba a escasos 200 metros…el retiro, estaba ahí, podía verlo, tres horas y cuarenta minutos después estaba por fin llegando a mi destino. La sensación es algo indescriptible, después de tantos kilómetros, el susto de la rodilla, lo mal que lo había pasado en ese tramo de Recoletos…por fin tenía a tiro la meta. Coronamos Principe de Vergara y ya todo era para abajo, las piernas lo agradecieron y el aire se hizo más respirable. Iba disfrutando, antes de entrar al Retiro ya se veía una masa de gente tremenda agolpada a ambos lados del circuito dándonos ánimos. Entro en el Retiro y la marea de gente sigue siendo igual de numerosa o incluso mayor. Empiezo a mirar a ambos lados para ver si consigo ver a mi mujer y recoger a mi hijo para cruzar meta con él, pero no les veo. Me cruzo con mi amigo Alfonso Casado que hace 100 metros a mi lado, qué alegría más grande.

Y ya está, veo meto, alzo los brazos, noto que se me humedecen los ojos pero no rompo a llorar pese a que la emoción me supera. Lanzo los brazos al aire en señal de victoria, aplaudo a todo el público que nos ha recibido en el Retiro y les doy las gracias…estoy llegando, recorro esos últimos metros que me separan de la gloria, de mi gloria, de ese sueño que tuve un día y que he perseguido sin cesar durante estos meses atrás. Más gestos con el brazo y más emoción. Alfonso me levanta el brazo, mi padre me levanta el otro y entramos los tres por meta…conseguido!!. No puedo más, cruzo meta y me apoyo en mis rodillas para coger aire, me abrazo a Alfonso y a mi padre, qué ayuda más increíble ha sido llevarles a mi lado.

Cojo agua, fruta, barritas…y me ponen la medalla. Ese instante es lo más cerca que voy a estar de ser campeón en algo, de vivir algo parecido a un éxito deportivo. Lo saboreo todo lo que puedo, la chica que me pone la medalla me felicita y a mi lo único que me sale decirle es “me la ha ganado eh?”. Ahí está colgando de mi cuello, pesa un montón pero no puedo dejar de mirarla. Y es aquí cuando noto que mi cuerpo levita, no noto cansancio alguno, solamente una felicidad tremenda y unas ganas de gritar y bailar locas. Nos hacemos unas fotos, me despido de Alfonso (sin él no lo habría conseguido y no me voy a hartar de repetirlo), cojo a mi padre que ha hecho un trabajo espectacular. No sólo ha ido animándome y cogiéndome agua para que yo me centrara en seguir y nada más, ha estado en tiradas largas, en días de series, en esos kilómetros por el pinar donde sabíamos cuándo empezábamos pero no cuándo íbamos a terminar, en esos baños en la piscina que ponían los pelos de punta…la guinda fue la media maratón, hizo una carrera increíble y pude ser testigo de excepción ese día. Dos semanas más tarde él ha sido parte importante de mi éxito en el maratón, espero que se sienta partícipe de esto, porque se lo ha ganado a pulso.

Abandonamos la zona de corredores y salimos hacia la Puerta de Granada. Veo a Shinichi y nos damos un abrazo, qué persona más buena y qué gran amigo. Mi mujer viene a por mi y ese momento no lo cambio, no gané el maratón, tampoco quedé entre los 100 primeros de mi categoría y mi mujer me recibió como si hubiera ganado la champions, ella es consciente de lo que ha costado conseguirlo, ha sido parte importante porque ella también ha tenido que hacer sacrificios para que yo saliera a entrenar y descansara bien. Ese abrazo me supo a gloria. Luego vi a mi hijo que quería comerse mi medalla. Mi madre, mis suegros (que no se pierden una) y mi hermano (que nunca viene a verme y hoy estaba ahí para darme un abrazo)…un día perfecto. Mis seres queridos en meta, una marca fantástica que hubiera firmado nada más empezar, buena compañía y 42 kms por mi ciudad sufriendo y disfrutando a la vez.

Lo pasé mal, sufrí, me dolió mucho la rodilla, tuve arcadas, las piernas iban por inercia, se me durmieron los piramidales…pero no lo cambio, pasé meta y en ese instante, todo valió la pena.

No hay nada que se parezca a correr un maratón, es vivir millones de emociones en 3 horas y pico, es descubrir que tu límite está más lejos de lo que pensabas, que cuando te duele todo en vez de abandonar aprietas los dientes y sigues, sacas fuerza de no sabes dónde y te das cuenta de lo que llevas dentro.

Por fin lo puedo decir, soy maratoniano. Y desde luego Madrid no va a ser el último maratón que corra, que sepáis que ya me ronda otro la cabeza.

Gracias a todos los que habeis estado ahí todo este tiempo, los que habéis hecho de una manera u otra que yo cruzara la meta del maratón de Madrid…todos merecéis una parte de la medalla.

Especial agradecimiento a mi mujer, a mi hijo, a mis padres y suegros, a mi hermano, a mis amigos (los de verdad, los que no me dejan ni a sol ni a sombra), a mis compañeros del clínica Menorca, al Dr. Rodriguez de la Clinica Deyre y su fantástico equipo de fisios (en especial a Jorge quien me sufre cada vez que paso por allí), a Chema Martínez por su manera de ser y el cariño con el que siempre me trata y a todos aquellos que pensabais que no iba a conseguirlo y que estaba como una cabra, gracias por vosotros también habéis conseguido que esto haya sido posible.
 
 
SIEMPRE HAY QUE SER FELIZ, SIEMPRE HAY QUE PERSEGUIR SUEÑOS Y SIEMPRE SIEMPRE HAY QUE MANTENERSE OPTIMISTA, PORQUE POR MUY NEGRO QUE ESTE EL DIA…SIEMPRE SALE EL SOL

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aupa Jose... Primer marathon inolvidable. Sigues con buenas historias... Aunque no tanto como tu, haces que una se meta en la carrera. Besitos a mi queridísima Elena y a Iker. Enhorabueno por tu lucha continua y por vuestra felicidad. Susana y Eva.

pater dijo...

¡!!!!! ENHORABUENA CAMPEON ¡!!!!!!! Lo has logrado y eso es lo que importa, todo lo demás queda atrás, el dolor, el desanimo, el sufrimiento queda en un segundo plano, ahora es momento de disfrutar y supongo que habrás revivido la carrera un millón de veces. Me alegro mucho que mi granito de arena ha contribuido a la construcción de tu gran sueño, para mí fue un orgullo correr a tu lado y cruzar la meta levantándote la mano en señal de victoria, como el boxeador cuando el árbitro le declara vencedor delante de su adversario, tú has sido el vencedor, has noqueado a todo un MARATON.